Los expertos advierten de que la reforma tributaria en curso puede ser una oportunidad para estimular políticas públicas a favor de una alimentación más saludable en el país.

El consumo de alimentos ultraprocesados en Brasil arroja cifras alarmantes. De cada 10 muertes en el gigante latinoamericano, una puede ser atribuida al consumo de estos productos, lo que genera un impacto anual de 10.400 millones de reales (unos 1.748 millones de dólares). Estas cifras alertan de la urgencia en adoptar políticas públicas.

Los datos provienen de un estudio inédito, publicado por la organización no gubernamental ACT, que indica que en el monto se incluyen costos directos de tratamientos en unidades de salud por hipertensión, obesidad o diabetes, gastos de seguridad social por jubilaciones anticipadas o bajas por enfermedad, así como pérdidas económicas por muertes atribuidas al consumo de ultraprocesados.

La investigación señala que estos alimentos provocaron 57.000 muertes prematuras en 2019, lo que equivale al 10,5 % de todos los fallecimientos registrados ese año.

Asimismo, el consumo de estos productos eleva en cerca del 50 % el riesgo de muerte relacionada a enfermedades cardiovasculares y en un 12 % el riesgo de fallecimiento por diabetes tipo 2.

«Subir impuestos»

En este sentido, los expertos aseguran que la reforma tributaria en curso es una oportunidad para estimular políticas públicas a favor de una alimentación más saludable en el país. Subir los gravámenes selectivos a los alimentos ultraprocesados, denominados ‘impuestos al pecado’, es una de las opciones por las que abogan los especialistas.

«Esto reduce el consumo de alimentos ultraprocesados, impactando el gasto del SUS [el Sistema Único de Salud]. También es una fuente de financiación para otras cosas, como combatir el hambre, mejorar el cambio climático, la biodiversidad o la Agenda 2030″, afirmó a la prensa Marília Albiero, coordinadora de innovación y estrategia de la organización no gubernamental ACT. 

El texto actual de la reforma, sin embargo, solo incluye los refrescos junto al tabaco y el alcohol en el ‘impuesto del pecado’, algo que Albiero atribuye a las presiones del sector agrícola y del comercio minorista ante el posible aumento del precio de los artículos industrializados.

«Brasil no necesita ni puede combatir el hambre con alimentos ultraprocesados. No puede porque generará otros problemas de salud y económicos a la población. No lo necesita porque tiene opciones. ¿Por qué refrescos y no un jugo regional?«, preguntó. 

Una encuesta del Instituto Datafolha indicó que seis de cada diez brasileños, un 59 %, están a favor de que se apliquen más impuestos a los refrescos y otras bebidas azucaradas, así como  a los alimentos ultraprocesados.

«Las votaciones se harán muy rápidamente. El texto probablemente regresará a la Comisión de Constitución y Justicia del Senado, luego pasará al pleno y luego regresará a la Cámara. Todo esto con la idea de terminar el 20 de diciembre, que es el último viernes antes de Navidad. Es un texto denso, complejo, y de un día para otro puede aparecer un artículo inesperado», advirtió la experta.

Con información de Agencia RT

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