
El 29 de marzo de 2025, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, se reunió con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Mar-a-Lago, Florida. El encuentro, descrito como «amistoso y privado» por la Secretaría General de Comunicación de Ecuador, ha generado especulación: ¿Fue una negociación estratégica entre dos naciones o un acto de propaganda financiado con fines políticos? La ausencia de pruebas concretas deja un vacío que invita al escepticismo, no solo por este evento, sino por lo que siempre parece faltar: claridad.
La imagen, publicada como un post cualquiera, no va acompañada de un comunicado oficial ni de detalles verificables. Se habla de dos horas discutiendo narcotráfico o una base militar en Manta, pero esto surge de especulaciones periodísticas, sin confirmación de ninguna autoridad. Mar-a-Lago, un club privado, no lleva el sello de una sede diplomática. No hay banderas, ni delegaciones técnicas, ni protocolo alguno. La presencia de Valbonesi en la foto, omitiendo a ministros relevantes, refuerza la sensación de informalidad. Es un encuentro tan ligero que recuerda a un turista pidiéndole un selfie a una celebridad. Hasta el 31 de marzo, la Casa Blanca no ha emitido señal alguna de reconocer esta reunión, ni hay indicios de que Washington la registre como un evento oficial. ¿Fue esto siquiera un asunto de Estado?
Las reuniones entre presidentes tienen un estándar claro. En la Casa Blanca,y en todo el mundo reciben a sus pares con ruedas de prensa, banderas alineadas y anuncios públicos como la Cumbre de las Américas de 2022. Incluso Trump, acogió a Xi Jinping en 2017 con resultados tangibles sobre comercio. Aquí, no hay rastro de nada similar. Ni un documento, ni una declaración conjunta, ni un eco oficial. El gobierno ecuatoriano prometió detalles futuros, pero al cierre de esta nota, no han llegado. Si se trató de diplomacia seria, ¿dónde está la evidencia? Si tuvo algún propósito, ¿por qué tanto silencio?
El contexto electoral añade una capa de sospecha. A días de las urnas, una foto con Trump una figura de influencia global podría ser un trofeo para la campaña de Noboa. Sin embargo, sin una narrativa oficial que lo sustente, queda como una imagen flotando sin peso. Reportes de WIRED y The Guardian estiman que reuniones privadas en Mar-a-Lago pueden costar hasta cinco millones de dólares. ¿Quién financió este encuentro? ¿Fondos estatales o privados? La falta de transparencia no ofrece respuestas, solo preguntas que pesan más que cualquier logro aparente.
El contraste con cumbres reales es evidente. Esas citas producen titulares, acuerdos, avances verificables. Este evento, en cambio, no deja huella más allá de una instantánea. ¿Qué se discutió con certeza? ¿Qué se consiguió? ¿Qué se pagó por ello? El silencio del Gobierno y de Washington habla más que cualquier discurso. Si Ecuador buscaba algo sustancial, no hay señal de ello. Si solo querían una foto para la galería, la tienen, pero su valor real sigue siendo un enigma envuelto en dudas.
| Por Marco Nahum Montes
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