El «Pacto Verde Europeo», es decir, el objetivo de conseguir que la Unión Europea y sus 27 Estados miembros sean climáticamente neutros para 2050, es el mayor proyecto de la actual Comisión de la UE bajo el mandato de Ursula von der Leyen. Esto requerirá hasta un billón de euros (1.000.000 de millones de euros) de inversión cada año.

Incluso en tiempos de bonanza, se trata de una tarea gigantesca. Pero estos no son tiempos buenos. El ataque de Rusiaa Ucrania ha demostrado a los europeos que necesitan gastar más en su seguridad, además de los cuellos de botella en el suministro energético, la inflación, la escasez de mano de obra cualificada y la debilidad de la economía.

¿Cómo se supone que los países miembros vayan a financiar todo esto cuando las arcas están vacías y las deudas de algunos Estados son enfermizamente elevadas?

La situación es aún más complicada para los 20 miembros de la eurozona con moneda común, el euro. Después de todo, se les aplican normas claras: la deuda no puede superar el 60 por ciento del poder económico anual (Producto Interior bruto PIB), y existe un límite máximo del 3 por ciento para el déficit del presupuesto público.

Estos límites se suspendieron durante la pandemia del coronavirus, pero ahora vuelven a entrar en vigor. Los países que no los cumplan se arriesgan a recibir sanciones.

La reforma de esas normas, en febrero de 2024, no ha cambiado nada. La novedad es que ahora los mecanismos permiten más flexibilidad. Cada país puede negociar con la UE cuándo y cómo vuelve a poner en orden sus finanzas.

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