A más de dos años de la invasión de Ucrania, el gas de Rusia sigue entrando a Europa. Y aunque la Unión Europea (UE) redujo drásticamente la cantidad de gas ruso que importa, el hidrocarburo sigue siendo fuente de energía para hogares y empresas europeas y, como consecuencia, fuente de ingresos para el Kremlin.
Cuando comenzó la guerra, las UE tuvo que reducir la larga dependencia que Europa tenía del gas ruso. En 2021, el 34% del gas de la UE procedía de Rusia y se dirigía principalmente a países de Europa Central y del Este.
En 2022, cuando Rusia detuvo el envío de gas hacia Europa, los dirigentes europeos temían una escasez de energía en invierno, pero estos temores nunca se hicieron realidad, sobre todo, porque la UE nunca sancionó al gas ruso: “Nunca fue una sanción. Fue una decisión voluntaria e inteligente de los países para diversificar el suministro y dejar de ser chantajeables por Rusia”, afirma a DW Benjamin Hilgenstock, de la Escuela de Economía de Kiev.
El gas natural licuado ruso sustituyó a los gasoductos
Según datos de la UE, la cantidad de gas ruso importado al bloque a través de los gasoductos cayó del 40% (2021) a cerca del 8% (2023). Sin embargo, si se incluye el transportable gas natural licuado (GNL), el hidrocarburo de origen ruso llegó al 15%.