
Un transportista de automóviles ingresa a Windsor después de cruzar el Puente Ambassador desde Detroit, Michigan, en Windsor, Ontario, Canadá, el 4 de marzo de 2025. [Foto/Agencias]
La imposición por parte de EE.UU. de los llamados «aranceles recíprocos» a sus socios comerciales es como un terremoto submarino que generará un tsunami de turbulencias y problemas para la economía global.
El gobierno estadounidense ha justificado la medida alegando una supuesta pérdida de terreno en el comercio internacional y la necesidad de «reciprocidad». Sin embargo, esto ha sido recibido con escepticismo por la mayoría, excepto por quienes están en el círculo íntimo del presidente.
Al ignorar el equilibrio de intereses establecido tras años de negociaciones comerciales multilaterales y pasar por alto sus propias ganancias sustanciales del comercio internacional, EE.UU. está desestabilizando el marco global con la vana esperanza de recuperar una preeminencia perdida.
La imposición de lo que el presidente estadounidense maquilla como «aranceles con descuento» se basa en evaluaciones subjetivas y unilaterales de quienes lo rodean, partidarios de usar el garrote arancelario para obtener resultados comerciales favorables. Pero estos aranceles no solo violan las normas del comercio internacional, sino que también representan una forma de coerción que perjudica los derechos e intereses legítimos de todos los sometidos a su presión extorsiva.
La firme oposición de numerosos socios comerciales refleja el descontento generalizado y la preocupación por las posibles repercusiones de tales acciones.
La historia es un recordatorio crudo: escalar los aranceles no ofrece una solución sostenible a los desafíos de EE.UU. Por el contrario, estas medidas no solo ponen en riesgo sus propios intereses, sino que también amenazan el desarrollo económico global y la estabilidad de las cadenas de producción y suministro. El fantasma de una guerra comercial se cierne, sin vencedores a la vista, mientras el proteccionismo desbocado no ofrece ningún camino viable.
China ha expresado su firme oposición a los aranceles y ha prometido tomar contramedidas enérgicas. Pero, ante las crecientes tensiones en las relaciones comerciales provocadas por la agresión arancelaria de EE.UU., también ha instado al gobierno estadounidense a eliminar estas medidas unilaterales y entablar un diálogo constructivo con sus socios, un paso crucial para desescalar el conflicto.
El diálogo, la comprensión mutua y la cooperación son imperativos para navegar el complejo panorama del comercio internacional y fomentar un clima de prosperidad y estabilidad compartida. Los movimientos arancelarios de suma cero de EE.UU. solo delinean un fool’s paradise (paraíso de tontos).
Con información de China Daily