BUENOS AIRES – Sindicalistas, villeras, inquilinas, trabajadoras no formales, académicas, políticas de izquierda y activistas feministas se preparan para tomar juntas las calles de Argentina el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, en un paro feminista. La principal reivindicación será la lucha contra el hambre, en un contexto en el que la pobreza afecta a 57 % de los 46 millones de habitantes.

“La bandera más fuerte que se va a levantar este 8 de Marzo es la de la emergencia alimentaria”, dijo a openDemocracy la activista María Claudia Albornoz, del movimiento villero La Poderosa, que agrupa a habitantes de las ‘villas (barrios precarios y no regulados)’. En Argentina hay casi 6500 villas, donde viven alrededor de cinco millones de personas sin acceso regular a electricidad, agua y saneamiento.

En los tres meses que lleva gobernando el presidente libertario de extrema derecha Javier Milei, los precios de los alimentos subieron 56 %, según cifras de La Poderosa. Mientras, la tasa oficial de inflación anual es de 254 %.

Los salarios y jubilaciones se deterioran, las personas llegan a los supermercados sin saber si el dinero que tienen en el bolsillo les permitirá comprar los alimentos que llevaron a casa unos días atrás, pero con una certeza: artículos de primera necesidad, como champú, se convirtieron en objetos de lujo.

Los almacenes (tiendas) barriales que fían a sus clientes ya no anotan el precio de los productos que se llevan, sino qué producto es y qué cantidad, porque los precios aumentan constantemente.

El corte drástico de algunas ayudas sociales y de los fondos públicos destinados a los comedores comunitarios – las ‘ollas populares’ – afectó el último recurso de las familias más empobrecidas para subsistir.

En el país hay unas 44.000 ollas gestionadas por organizaciones sociales, civiles y religiosas, que recibían del gobierno alimentos secos como pasta, arroz y yerba.

Algunos gobiernos provinciales, empresas, vecinas y vecinos aportaban carnes y verduras. En algunos casos, las ollas también lograban una prestación de dinero del estado o fondos de programas internacionales de Naciones Unidas. Con esos insumos, los comedores elaboraban 10 millones de platos al día.

Más información en Agencia IPS