Se cumplen 36 años de la desaparición de los hermanos Retrepo Arizmendi, un caso que pasó a ser un asunto de Estado y que hasta el momento no se aclara.
Caso Restrepo ¿Crimen de Estado?
De un asunto familiar, el caso de los hermanos Restrepo ha pasado a ser un asunto de Estado en el que están de por medio un ex ministro de Gobierno censurado por el Congreso y una pequeña piedra en el zapato de las tradicionalmente buenas relaciones colombo ecuatorianas.
Para la familia Restrepo Arismendi el reloj se detuvo a las 9h30 del 8 de enero de 1988. A esa hora y ese día, Carlos Santiago y Pedro Andrés, de 14 y 17 años respectivamente, salieron de su domicilio ubicado en Miravalle, a pocos kilómetros de Quito, a bordo de un trooper y nunca más se volvió a saber de ellos. Se los tragó la tierra.
Los padres de los menores, Ing. Pedro Restrepo y Luz María Arismendi, de nacionalidad colombiana y con residencia de 20 años en el país, pensaron en principio que sus hijos, habían sido detenidos por la policía. En aquel día, los agentes de tránsito pedían “licencias” en la vía Tumbaco-Quito y Carlos Santiago ciertamente no tenía permiso para conducir. Pronto regresarían a su hogar. Las cosas, sin embargo, se fueron complicando y una serie de versiones contradictorias se tejieron sobre el paradero de sus hijos.
Mediante llamadas telefónicas anónimas se les decía que sus hijos se encontraban en el Centro de Detención Provisional (CDP). Una amiga de la familia, el 11 de enero llamó por teléfono al CDP y allí le dijeron: “Pedro y Santiago Restrepo están aquí desde el viernes”. El general Miguel Arellano, basándose en informes de inteligencia militar, les confirmó que sus hijos los tenía la policía y que se los estaba investigando.
La cosa se puso fea, cuando en el CDP negaron que estuvieran detenidos. En la primera semana, la Cruz Roja, la Defensa Civil, los Boy-Scouts – a los que pertenecían los hermanos Restrepo- realizaron un prolijo rastreo de la quebrada que desemboca en el Machángara con el objeto de encontrar el posible vehículo accidentado. No encontraron nada. Se descartaba con ello, la hipótesis de un accidente.
Hechos extraños
Varios hechos extraños se produjeron posteriormente. Al caso fue asignada la subteniente Doris Morán, de la división de menores, quien permanentemente les aseguró que sus hijos se encontraban vivos, que esperaran con paciencia, y, sobre todo, guardaran silencio. Durante 10 meses, la subteniente Morán sembró expectativas falsas en los esposos Restrepo y, desde luego, les cobró los respectivos “honorarios” que ascendieron a 80.000 sucres y por lo cual se le siguió un proceso por cohecho en el juzgado primero de policía. Luego, fue retirada del caso sin que aportara en lo más mínimo en la investigación.
El carro en el que se movilizaban los Restrepo apareció en la quebrada, 43 días después de la desaparición. Según afirman en varios documentos los esposos Restrepo, “el vehículo, al parecer fue desvalijado antes de ser lanzado a la quebrada: nunca aparecieron el motor ni la caja de cambios. Las latas parecían haber sido pasadas por un pesado rodillo. Pruebas técnicas realizadas a los soportes del motor, demostraron que el motor no se desprendió por impacto o por fatiga de materiales sino por sobrecarga. Esto es, el motor fue sacado”.
El 29 de julio de 1988, agentes del Servicio de Investigación Criminal de Pichincha presentaron a la familia Restrepo un zapato deportivo del mayor de los jóvenes. Pese a haber estado supuestamente 7 meses a la intemperie y sometido a los rigores ambientales y climáticos, el zapato se encontraba seco, sin lodo, sin deformación. Los agentes se llevaron el zapato y luego el SIC se negó a mostrarlo nuevamente a los esposos Restrepo-Arismendi. Cuatro meses después, el mismo zapato lo mostraron con lodo a su interior. Y aparecieron también un casete en perfectas condiciones y otros dos zapatos más.
Cabe recordar que todos estos hechos se produjeron durante el gobierno de León Febres Cordero en el que la violación de los derechos humanos, incluidas las desapariciones, estuvieron al orden del día. A pretexto de combatir la subversión se crearon cuerpos especiales de la policía y se cometieron toda clase de arbitrariedades. Pero lo raro en el caso Restrepo, era que los menores no eran ni “terroristas”, ni “guerrilleros”, ni “sociólogos vagos”. Eran muchachos simples y corrientes. ¿Qué razones habría para detenerlos y desaparecerlos? Es una pregunta que todavía no tiene respuesta.
Las gestiones realizadas por los esposos Restrepo-Arismendi ante el ministro de Gobierno de ese entonces, Heinz Moeller, fueron infructuosas. Posteriormente, los Restrepo le enviaron a Moeller una reveladora carta: “De los políticos como usted –le dicen- solo hemos recibido desprecio. Usted llegó al ministerio pocos días después de desaparecidos nuestros niños. Le dimos pruebas de policías que debían ser investigados cuando alguna vez fuimos a su despacho. Pero continuó embebido frente al televisor, viendo cómo su copatidario, Francisco Sweet defendía a Liliana Febres Cordero acusada en ese entonces de tráfico de influencias en España”. Según los Restrepo, Moeller le habría comentado a un periodista que a la policía se le fue la mano con los niños desaparecidos.
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