Una lucha legítima e impostergable a la que siempre adherimos incondicionalmente

concluyó con la libertad de Julián Assange. Pero para la soberbia del imperio persecutor,

la defensa técnica del ilustre periodista australiano tuvo que negociar y aceptó un solo

cargo de los 18 en su contra, por los que se relamía el Tío Sam para condenarle a cadena

perpetua, si no a la pena de muerte. En su estrategia, los penalistas tuvieron que sortear

esta monstruosidad aceptando que se compute “la pena de consuelo imperialista” con el

tiempo que estuvo en prisión para obtener su libertad. Ya está en casa Julián, aclamado

como el periodista de investigación del siglo por su valentía y firmeza, mientras el traidor

ocupa el basurero de la historia. Que el mundo civilizado nos perdone por la sucia

canallada de un felón.

Esta alentadora noticia es la de cal. Las dos de arena, en su orden, son: la gratuita y

furibunda persecución a Alondra, simplemente porque al señorito no le agradó el tono de

su voz ni el contenido de sus críticas. El Dahik ya le sentenció: “depórtenlo”, por haber

cantado el Himno Nacional en “do” y no en “fa”. Lo insoportable para un enano mental

dizque periodista, es que nació en la “Isla de los Mares Absolutos”, la Cuba de Fidel, por

el “mal ejemplo” que estaba difundiendo en sus redes Ingobernables. Que ha atentado en

contra de la seguridad del Estado, pero no están muy seguros porque ni ellos pueden leer

las causas de la revocatoria de la visa, es que son secretas, qué digo secretas, secretísimas.

La otra de arena: aumentaron los precios de los combustibles. Lo llaman “estabilización”,

poniéndole apodo al paquetazo que “el nuevo Ecuador” le asestó a la miseria y hambre

popular. Primero callaron a los jefes de taxis, camionetas y tricimotos con

compensaciones, de esas del “yo te ofrezco, busca quién te dé”. Pregunten a los

contratistas, proveedores, servidores de salud, de Solca, de diálisis, a los organismos

autónomos descentralizados, que deambulan con el señuelo del tontómetro.

El aumento del precio de los combustibles dispara la inflación en los precios de bienes y

servicios, desata la especulación y carestía del costo de la vida, en un país asolado por el

desempleo y la paralización económica, por causa de la inseguridad imperante. El asalto

a una avioneta para robar millones de dólares y lingotes de oro es cinematográfico. Habría

una cadena de cómplices entre aeronáuticos, vigilancia privada y pública. Aumenta el

desencanto y la frustración nacional. Al revisar las encuestas se les diluye el

deslumbramiento tiktokero. Más aún con los disparates de la bancada oficial que quiere

investigar al presidente Correa para que no bloquee Guayaquil. Parecen convencidos del

adefesioso “influjo psíquico”. La vieja confiable: la culpa es de Correa. Con el liderazgo

y orientación del Mashi Rafael, vamos con convicción a la recuperación de la Patria

incluyente. ¡Y tiembla la oligarquía!

Artículo firmado por Juan Cárdenas