
La erosión regresiva del río Coca no se ha detenido desde que comenzó en febrero de 2020. Hoy, su frente se encuentra a tan solo cinco kilómetros de las obras de captación de Coca Codo Sinclair, la central más eficiente y que más aporta al sistema eléctrico nacional. La amenaza es real y creciente.
Desde el colapso de la cascada San Rafael —evento que marcó el inicio del fenómeno—, el lecho del río Coca se ha ido modificando. El cauce retrocede, socava las márgenes, pero, sobre todo, se acerca de forma peligrosa a las estructuras que son parte de Coca Codo Sinclair.
Lo que está en juego no es solo una central hidroeléctrica. Es el 30% de la energía eléctrica del país. Es la operación estable de industrias, hospitales, sistemas de agua, transporte y comunicación. Es la capacidad del Ecuador de sostener su red eléctrica sin recurrir a fuentes más costosas, más contaminantes o más inestables. Por eso, proteger Coca Codo no es una opción técnica. Es una necesidad estructural.
El aumento de los sedimentos y las crecientes del río, sumado a intervenciones parciales como la apertura de cauces y desfogues, trae consecuencias imprevistas: rocas de hasta 20 centímetros están llegando hasta las obras de captación. La central, que requiere limpiezas más frecuentes, ha tenido que parar su operación en varias ocasiones durante 2025. Esta pérdida operativa no es anecdótica. Es un síntoma de lo que puede venir si no se actúa con decisión.
Mientras CELEC reporta que el frente de erosión está a 6,1 km, monitoreos independientes indican que ya se encuentra a solo cinco. Las crecidas previstas para el invierno pueden acelerar aún más ese retroceso. Lo grave no es solo la distancia, sino la falta de certeza técnica sobre el punto exacto en que se encuentra el frente erosivo. Operar una infraestructura crítica con datos desactualizados puede comprometer la capacidad de respuesta y exponer al país a apagones evitable.
A pesar de que se anunció la construcción de un dique para contener la erosión, la obra no ha sido finalizada. En paralelo, el rediseño de los trazados de los oleoductos por la margen derecha tampoco avanza. Esto ocurre mientras las márgenes del río siguen colapsando. Es urgente coordinar una respuesta que incluya no solo ingeniería de contención, sino planificación energética, financiamiento inmediato y monitoreo constante con respaldo técnico.
Coca Codo Sinclair no puede ser tratada como una instalación más. Su ubicación estratégica en el sistema interconectado nacional, su capacidad técnica y su eficiencia la convierten en una pieza irremplazable. Cualquier daño que la deje fuera de operación tendría un impacto directo, inmediato y masivo sobre la seguridad energética del Ecuador.
Hoy no se necesita una alerta más. Se necesita acción coordinada, financiamiento urgente y decisiones políticas claras. La erosión avanza con ritmo geológico, pero los efectos que puede causar son tan inmediatos como irreversibles.
FIN