El derecho al asilo diplomático, la gran contribución de América Latina al ordenamiento internacional, quedó en entredicho con el asalto del gobierno ecuatoriano a la embajada de México. ¿Qué peligros supone este hecho en momentos en que las relaciones en América Latina parecen caóticas?
El 5 de abril, cuando el Gobierno de Ecuador asaltó la embajada de México en Quito, algo intangible se rompió en América Latina. El derecho al asilo diplomático, una política de marca regional, y el derecho a la inviolabilidad de las embajadas y sedes consulares parecieron quedar a merced de las decisiones del gobernante de turno.
Más allá de las sanciones que puede enfrentar Ecuador por este hecho tan criticado a nivel internacional, hay quienes piensan que este impasse demuestra que el derecho internacional latinoamericano está sufriendo ante los altos niveles de ideología y polarización que imperan hoy en la zona. Y como síntoma de ello, en el caso específico del impasse Ecuador-México, brillaron por su ausencia los líderes regionales capaces de convocar al diálogo entre las partes, y también las instituciones regionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), que solo expidió una tibia respuesta.
“Hay un impacto inmediato que es el resquebrajamiento de reglas básicas de convivencia a nivel internacional, y el respeto a las sedes diplomáticas es de las más antiguas sobre las que no había mayor discusión”, advierte Elizabeth Salmón, profesora de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
El asunto tiene vericuetos extraños. Tras meses de desencuentros diplomáticos por la presencia del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas en la embajada de México en Quito, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió otorgarle el asilo político que había solicitado, ante la furia del palacio de Carondelet, que lo considera un delincuente común.
Pero todo acabó de desmoronarse luego de que AMLO insinuó que el mayor beneficiario del magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio fue el actual presidente de ese país, Daniel Noboa.
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