El resultado que hasta hace pocos días parecía improbable se confirmó este domingo: el ‘No’ se impone en las cuatro preguntas de la consulta popular y el referéndum 2025, un revés político significativo para el presidente Daniel Noboa, quien apostó a este proceso como un termómetro de apoyo nacional.
A tres horas del cierre de urnas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) reportó que el 61% de las actas ya han sido procesadas, y en casi todas las provincias del país el triunfo del No es contundente. La presidenta del organismo electoral indicó que el escrutinio superará el 90% esta misma noche, por lo que la tendencia es irreversible.

Un resultado contra los cálculos del Gobierno
El Ejecutivo había desplegado una intensa campaña para impulsar el Sí, buscando legitimar reformas institucionales y habilitar circunstancias que podrían encaminar al país hacia una Asamblea Constituyente. Sin embargo, los votantes eligieron lo contrario, enviando un mensaje claro de desacuerdo con la propuesta oficial.
La derrota ocurre en un contexto de alta conflictividad social, una campaña corta marcada por episodios de violencia, cuestionamientos al manejo de la crisis energética y un clima de desconfianza ciudadana hacia la administración Noboa. El desenlace electoral, además, fortalece a sectores políticos opositores que defendieron el rechazo desde distintas posiciones ideológicas.
Una jornada con alta participación
Casi 14 millones de ecuatorianos fueron convocados a votar este 16 de noviembre. En Ecuador, el sufragio es obligatorio para personas entre 18 y 65 años, por lo que desde las 07:00 las juntas receptoras del voto abrieron sin mayores contratiempos.
Según el CNE, de las 42.059 actas que forman parte del conteo total, más del 60% ya se encuentran ingresadas en el sistema, lo que permite proyectar el triunfo del No de manera holgada en las cuatro preguntas del plebiscito.
Un escenario político redefinido
El resultado reconfigura el tablero político, dejando al Gobierno en una posición debilitada y obligándolo a recalibrar su estrategia. El rechazo ciudadano podría marcar un punto de inflexión en la narrativa oficial y en la capacidad del Ejecutivo para impulsar reformas futuras. Fin
