
A menos de un mes de la segunda vuelta, Ecuador enfrenta un momento que exige liderazgo claro. El derrame de petróleo en Esmeraldas del 13 de marzo no es solo una emergencia ambiental; es un espejo de las decisiones que definen un gobierno. Durante más de 48 horas, mientras Quinindé, Esmeraldas y Atacames veían sus ríos teñirse de crudo y el agua desaparecer, el presidente Daniel Noboa guardó silencio. Cuando habló, señaló a Petroecuador como responsable, una respuesta que plantea preguntas serias: si él supervisa la estatal, si él la dirige, ¿hasta dónde llega su deber? Esto no es un simple traspié; es una prueba que el país no puede ignorar.
El colapso del SOTE no nació de la nada. Reportes muestran que decenas, tal vez cientos, de técnicos de Petroecuador fueron despedidos, al parecer por no alinearse con la privatización del campo Sacha, un proyecto que genera más dudas que certezas. Luego, por decreto, Noboa asumió un rol directo en la empresa, un paso audaz para quien no trae experiencia técnica al cargo. El resultado golpea duro: una infraestructura sin apoyo, un derrame que marcó a 996 familias en Quinindé, y una crisis que pide respuestas. Culpar a la estatal tras haberla reestructurado así no cierra el círculo; lo abre. La pregunta no es solo quién falló, sino qué se hizo o no para evitarlo.
Hablar tras 48 horas no borra el vacío inicial. Con el COE en alerta y un pueblo al borde, el pronunciamiento de Noboa llegó tarde y ligero, esquivando más que enfrentando. ¿Qué peso tiene una voz que tarda tanto en sonar? Poco, si no va con soluciones. Delegar la culpa a Petroecuador, que él mismo tomó bajo su mando, deja un hueco: liderar no es señalar a otros, sino asumir el timón, especialmente tras determinaciones propias que cambiaron el rumbo de la empresa. Aquí no hay espacio para excusas; hay necesidad de claridad.
A semanas de las urnas, el eco de su campaña de 2023 fuerza, promesas choca con esta realidad. Esmeraldas no sufre por azar, sino por choices que el país ahora pesa. Noboa tiene una chance: explicar, ajustar, actuar. Los ríos de crudo no esperan; los votos, tampoco. Un líder se mide en la tormenta, no en la calma. Si no responde con hechos, no solo pierde a Esmeraldas: pierde la confianza que lo trajo aquí. El tiempo corre, y Ecuador merece más.
Artículo firmado por Marco Nahum Montes
«Los comentarios emitidos por el autor son de su exclusiva responsabilidad. Confirmado.net no se hace responsable por los mismos.»