En 1985, el músico y activista Bob Geldof organizó los ya legendarios conciertos benéficos Live Aid en Londres y Filadelfia para recaudar fondos en respuesta a la devastadora hambruna que asolaba Etiopía en aquel momento, y que ya duraba dos años. Cuatro décadas después, y si se cumplen los cálculos de los expertos, puede que tenga que salir de su retiro para planificar otro evento de tales proporciones.
El hambre como estratagema política
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, 20 millones de personas necesitan ayuda urgente en Etiopía. Un antiguo responsable del PMA llegó a decir a The Associated Press (AP) que el país “marcha hacia la inanición” una vez más, afirmando que la situación amenaza con escalar a algo parecido a un millón de muertes por hambre, un escenario muy parecido al de mediados de la década de 1980.
Getachew Reda, presidente de la asediada administración interina de la región de Tigray, declaró hace poco más de un mes que más del 90% de la población local corría peligro, advirtiendo de una “hambruna en desarrollo”. El gobierno de Addis Abeba, sin embargo, inicialmente se encogió de hombros ante estos informes calificándolos como “inexactos” y acusando a Reda de “politizar la crisis”.
Del conflicto a la hambruna
Cuando se trata de politizar una crisis puede resultar difícil creer la postura del gobierno federal, ya que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, y sus partidarios no son ajenos a la utilización del hambre como arma contra su propio pueblo. En 2022, un grupo de expertos de la ONU publicó un informe en el que acusaba al gobierno etíope de utilizar “el hambre como método de guerra”, entre otras violaciones de los derechos humanos cometidas durante el conflicto de Tigray.
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