La albiceleste la pasó mal frente a un joven y vigoroso equipo. Messi erró el primer penal, pero el Dibu Martínez se encargó del resto.
En una noche inesperadamente dramática en Houston, Ecuador tuvo en match point a la Argentina y, por qué no, a la Copa América, o al menos al deseo del público estadounidense y a la conveniencia económica de la Conmebol. Cuando Lionel Messi, como mucho al 50% de su mejor condición física, erró su penal en el comienzo de la serie de disparos que debían desempatar el agónico 1-1 en los 90 minutos, una corriente de electricidad sacudió la espina dorsal de un torneo contra natura, organizado por un país que conoce más al 10 argentino que a la suma de todos los futbolistas ecuatorianos, sudamericanos y americanos. Y sin embargo, el equipo del español Félix Sánchez jugó mejor y, aunque el fútbol no se mide por merecimientos, ningún dios de la justicia se habría opuesto a su clasificación.
El triunfo 4-2 en los penales le dio a la albiceleste su pase a las semifinales, instancia en la que jugará el martes contra el ganador de Venezuela y Canadá, que se enfrentarán hoy. Los Martínez le dan vida a Argentina. Así como Lautaro Martínez, delantero del Inter de Italia, es el goleador del torneo con cuatro tantos, el gol de este jueves ante Ecuador fue convertido por Lisandro Martínez, defensor de Manchester United. Sin embargo, el gran héroe fue otra vez Emiliano Martínez, el Dibu, el arquero que, como en la Copa América Brasil 2021 —en la semifinal contra Colombia— y en el Mundial Qatar 2022 —en los cuartos de final ante Países Bajos y en la final frente a Francia—, volvió a ser decisivo en los penales. Si no gana en el partido, incluso si es superado, Argentina igual sobrevive.
Ya en la primera instancia “mata mata” de Estados Unidos 2024, el Dibu atajó los dos primeros penales contra Ecuador, a Ángel Mena y a Alan Minda, que le devolvieron la vida a una albiceleste al borde del colapso. La bravísima selección ecuatoriana, que había errado un penal durante el partido —Enner Valencia acertó al palo—, empató en el minuto 90 con un cabezazo de Kevin Rodríguez. Y no sólo eso: en el minuto 96, en la última jugada del descuento, Moisés Caicedo erró por centímetros lo que habría sido un histórico 2-1 para Ecuador y un golpe al corazón del torneo.
“Somos los campeones de América y del mundo, pero no estábamos listos para volvernos ahora”, dijo Emiliano Martínez, salvador también de un Messi que, como en la Copa América Estados Unidos 2016, volvió a errar un penal —entonces en la final ante Chile—. Quedará por saber, de acá a la semifinal del martes, en qué estado físico reaparecerá el 10, todavía sin recuperarse de la lesión que sufrió ante Chile en la segunda fecha: contra Ecuador, más que jugar los 90 minutos, estuvo los 90 minutos en la cancha.
En toda la noche, incluso desde el comienzo, una joven y vigorosa Ecuador se la hizo pasar mal, muy mal, a Argentina. Hacía rato que la campeona del mundo no sufría tanto,
un escenario que quedó en claro desde los primeros 20 minutos, cuando el poblado mediocampo ecuatoriano —integrado por dos jugadores de 22 años, Moisés Caicedo y Jeremy Sarmiento; uno de 17, Kendry Paéz; y uno de 25, Alan Franco— le cortó la pelota a una irreconocible Argentina y exigió al Dibu Martínez como no había sucedido en toda la Copa América. Pero como en Francia 2022, el arquero del Aston Villa volvió a demostrar que cuando no responde con las manos lo hace con las piernas. El francés Randal Kolo Muani y el hispanoecuatoriano Sarmiento lo comprobaron.
Como si diera por descontado el triunfo y no calibrara que enfrente tenía un buen rival, Argentina también sufrió porque comenzó la noche sin la tensión acostumbrada. Contra este Ecuador veloz y sin complejos sólo se puede jugar con todas las pulsaciones encendidas, y Argentina no las tuvo. No sólo eso: el equipo de Lionel Scaloni además contó con un Messi aún lesionado en su aductor derecho, muy lejos de su mejor versión física tras la lesión que sufrió ante Chile. Su última temporada en una liga menor como la MLS tampoco supone una ventaja. El 10 no se entrenó con normalidad durante la semana y los defensores ecuatorianos –de gran presente y mejor futuro, como William Pacho y Piero Hincapie, ambos de 22 años- agradecieron esa inmovilidad.
Ecuador tiene buenos jugadores pero no es difícil interpretar que Argentina sufrió más que su rival un campo de juego que, de tan malo, debería tener pedido de captura por la Interpol, el FBI o el FIFA Gate. En un estadio que alberga desde fútbol americano hasta rodeo, y en un césped colocado de apuro apenas dos días antes del comienzo de la Copa América, la pelota no picaba o se frenaba o se escurría debajo de los pies. Al menos la organización hizo jugar el partido con una pelota de fútbol y no de otro deporte. “Jugamos como si fuera un potrero, nos adaptamos a las condiciones de la cancha”, dijo Lisandro Martínez.
La versión en dosis homeopáticas de Messi alcanzó, sin embargo —o como no podía ser de otra manera—, para que Argentina llegara al gol. Fue a los 35 minutos, cuando Ecuador había frenado ligeramente su presión y los campeones del mundo, ordenados por un buen Alexis Mac Allister en el mediocampo, al fin tuvieron la pelota durante un rato. El 10 lanzó un córner que el jugador del Liverpool de Inglaterra cabeceó en el primer palo y que Lisandro Martínez, del Manchester United, envió a la red con otro cabezazo en el segundo. El fútbol tiene ese tipo de poesías: conexión de “ingleses” justo cuando los hinchas argentinos gritaban “el que no salta es un inglés”.
Pero aun en ventaja, Argentina nunca se sintió cómoda en el partido, víctima también de la falta de precisión de Enzo Fernández y de un equipo más largo de lo habitual. Con Messi al 50% y con Lautaro Martínez, un jugador de área, casi sin contacto con la pelota, Ecuador nunca se dio por vencido y, de tanto merodear el arco argentino, forzó el penal por mano de Rodrigo De Paul. Iban 16 minutos del segundo tiempo y Valencia seguramente se habrá acordado de lo que había dicho horas antes del partido, que se trataba de la noche más importante de su carrera. Auto presionado, el delantero del Inter de Brasil remató al palo.
Ecuador tenía todo el derecho a maldecir y a retirarse con orgullo en su vuelo de regreso a su país. Había hecho una gran noche y perdía por la mínima contra el campeón del mundo. Pero entonces, en el minuto 90, llegó el cabezazo de Rodríguez para el 1-1 tan
agónico como merecido. Y de inmediato, con Argentina groggy, Caicedo tuvo el 2-1 pero la gloria eterna juega a los dados y es cuestión de centímetros.
Ya en los penales, Messi erró el primero pero el Dibu se encargó del resto, como también las buenas ejecuciones de Julián Álvarez, Mac Allister, Gonzalo Montiel y Nicolás Otamendi para el 4-2 final. Argentina respiró. La Copa América también. Ecuador ganó salvo en el resultado.
Con información de El País