Venalidad y negligencia

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Una indagación sobre la discoteca particular de Adolf Hitler me lleva hasta Selling Hitler, libro del británico Robert Harris. Tal vez les suene como novelista de éxito –Patria, Enigma- pero comenzó escribiendo lo que ahora llaman no ficción.

Aunque tenga fecha de 1986, Selling Hitler contiene un incisivo análisis de algunas patologías de la prensa contemporánea, con un reportero abducido por su temática y varios gigantes editoriales atrapados por el culto al scoop.

Debería ser de lectura obligatoria para periodistas en ejercicio y aspirantes al oficio. Este gremio sigue bajo el espejismo del Watergate sin haber asimilado las correcciones indispensables sobre Garganta Profunda y demás. Bob Woodward demostraría luego un extraordinario servilismo con la Administración de George W. Bush (y no hablemos de su biografía de John Belushi). Su jefe, Ben Bradlee, al menos tuvo el valor de reconocer en sus memorias el papelón que hizo tras el misterioso asesinato de su cuñada, amante de John F. Kennedy: entregó a un agente de la CIA los escritos íntimos de la difunta, a pesar de sorprenderle (¡dos veces!) cometiendo lo que al menos era allanamiento de morada. Y Katharine Graham, la muy legendaria propietaria del Washington Post, no sale bien librada en Selling Hitler.

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