La Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, con una capacidad instalada de 1.500 megavatios (MW), no solo es la obra más grande construida en Ecuador. Desde su puesta en operación en 2016, permitió al Ecuador dejar de importar electricidad y reducir la dependencia de combustibles fósiles. En tiempos de crisis eléctrica, como los vividos en octubre de 2023, Coca Codo Sinclair demostró su potencial al alcanzar el récord de generación anual en noviembre con 7.078 GWh.
El mantenimiento de la central es esencial para garantizar su operatividad y eficiencia y amerita la asignación de un presupuesto, que al momento el Estado no posee, así que por esa situación y por el impacto que sería retirar de operación la central, aunque sea una de sus partes, no se ha hecho.
En enero, se programó un mantenimiento que no se ha cumplido y ha sido prolongado mes a mes en lo que va del 2024 lo que genera preocupación para Marco Acuña, pues incluso si solo la primera fase de la hidroeléctrica deja de funcionar, el déficit actual de 1000 MWh se incrementaría hasta 1700 MWh.
La falta de un mantenimiento adecuado durante 2024 podría afectar la capacidad de generación de la central en el futuro inmediato y a largo plazo, poniendo en riesgo el suministro eléctrico y generando un incremento los costos operativos y de reparación y comprometiendo la integridad estructural de la central, lo que podría desencadenar eventos catastróficos como apagones que se extiendan por más de 18 horas en el país.
La central, contra toda premonición sesgada y sin sustento técnico, funciona y lo ha hecho en su máxima potencia aún en estiaje. Hasta sus más grandes detractores han reconocido su rol para que no permanezcamos más tiempo diario a oscuras, con los apagones programados.
Esta obra que se ha desenvuelto casi ocho años en la provisión de energía, tiene aún por lo menos cuatro décadas por delante para lo cual se debe asegurar su adecuado manejo.
Durante la crisis eléctrica de 2023, Coca Codo Sinclair contribuyó con más de 50% de la generación hidroeléctrica del país. Una interrupción no planificada en su operación debido a la falta de mantenimiento podría llevar a una situación crítica. Inconveniente hoy que el país se ve forzado depender nuevamente de la importación de energía generación térmica, con el consiguiente aumento en los costos y el impacto ambiental que esto significa.
Además de ser una cuestión técnica el mantenimiento de la central es una estrategia esencial para la seguridad energética de Ecuador.
La central no solo es un símbolo de progreso y desarrollo tecnológico, sino también un bastión contra los apagones prolongados. Por lo tanto, es imperativo continuar con un programa de mantenimiento riguroso para asegurar su funcionamiento óptimo y su contribución vital a la matriz energética del país.
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