Este tema ha sido debatido hasta la saciedad. Pero las circunstancias obligan a esbozar un criterio técnico para terminar con la desinformación.
Ecuador adoptó el dólar como su moneda de curso legal hace casi 25 años: un 9 de enero de 2000. En septiembre de ese mismo año se empezó a aplicar.
La dolarización ha sido favorable para combatir la indisciplina fiscal, alcanzar la estabilidad de precios, aumentar el poder adquisitivo, facilitar la planificación financiera en el sector privado, reducir los niveles de pobreza y generar condiciones favorables para la inversión y crecimiento en el país (Banco Central, 2023). Eso lo logró -con holgura- el gobierno más largo e ininterrumpido de la historia de Ecuador (2007-2017).
Entre 1980 y 1998 la inflación anual, en promedio, fue de 36,4% comparada con el periodo 2001-2019, cuando se ubicó en 4,5%. En otras palabras, la inflación fue 8 veces menor al periodo previo a la dolarización.
La dolarización ha generado estabilidad monetaria y financiera, a pesar de los choques externos de las últimas dos décadas. Pero volvamos a inicios de 2000: un Ecuador convulsionado, con un gobierno (Jamil Mahuad) derrocado y un vicepresidente (Gustavo Noboa) que asumió en medio del caos y la zozobra.
Entonces, académicos, empresarios y expertos se unieron para analizar alternativas a una dolarización, todavía, no aplicada. De hecho, Alberto Acosta, Eduardo Valencia y Luis Maldonado, el 23 de mayo de 2000, presentaron un documento titulado: Lineamientos de una Propuesta Alternativa a la Dolarización. No significa que ellos, un cuarto de siglo después, sostengan que Ecuador deba desdolarizar. Era un momento difícil para la economía, con la mayor ola migratoria, con depósitos congelados y la mitad de los bancos quebrados.
En esa línea, Diego Borja elaboró un extenso artículo de 19 páginas para la Revista Ecuador Debate, publicación del Centro Andino de Acción Popular (agosto de 2000). El Consejo Editorial de la Revista lo integraban José Sánchez-Parga, Alberto Acosta, José Laso Ribadeneira, Simón Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga, Fredy Rivera, Jaime Borja Torres y Marco Romero. Cito nombres de aquellas mentes lúcidas que hoy dan fe que la dolarización surtió efecto. Fue lo mejor para ese momento histórico convulso.
Politizar un artículo de hace 25 años -hoy extemporáneo, caduco y fuera de contexto- es perder el tiempo. Y es jugar sucio: debemos superar este oscuro episodio de la historia y dar gracias al dólar
El artículo de Diego Borja está elaborado de forma técnica. Es decir, como un paper de corte académico; aporta cifras y sitúa a Ecuador en su realidad histórica. El mismo paper plantea: “Se deben generar acuerdos sobre cómo salir del atolladero: seguir con la dolarización u optar por un esquema monetario económico más consensual”. Es una de las tantas hipótesis.
De hecho, el mismo extenso texto recoge documentos técnicos del Banco Centralprevios a la decisión del 9 de enero, que, entre otras cosas, dice: “ladolarización es un esquema monetarioeconómico que vuelve aún másvulnerable el sistema económico delpaís”. No por ello vamos hoy a denunciar al Banco Central de complot o sabotaje. Tampoco a los renombrados analistas Acosta, Laso, Chiriboga, Rivera, Romero y una docena más.
El tiempo pone en su sitio cada cosa. Por eso, decir hoy en 2024 que Diego Borja “plantea salir de la dolarización” no solo es FALSO, es malicioso, es desinformación. No corresponde, simplemente, a la verdad.
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