En su séptima visita a América Latina como jefe de la diplomacia europea, el español habla con EL PAÍS de los retos del continente

A Josep Borrell (La Pobla de Segur, 76 años) se le ve a gusto paseando por Uaxactún, la que fue una de las ciudades más importantes del periodo clásico de los mayas que todavía conserva los vestigios del primer observatorio astronómico de esa civilización. El jefe de la diplomacia de la Unión Europea ha llegado al corazón de la selva guatemalteca, en el departamento del Petén, para anunciar una inversión de 50 millones de euros en apoyo a la transición verde durante los próximos años y conocer un proyecto que ya está en marcha de manejo sostenible del bosque que recibe fondos europeos. 

Lo que más parece preocuparle a Borrell en estos momentos en la región es la ola de violencia impulsada por el crimen organizado que está sembrando el caos en Ecuador. “La situación ha alcanzado un nivel crítico y, en consecuencia, hay que darle respuestas urgentes, pero siempre respetando el estado de derecho”, dice. “La mejor manera de defenderlo es respetarlo y nosotros —ya se lo he dicho al presidente de Ecuador— le apoyaremos en lo que él estime necesario porque no podemos permitir la desestabilización política de un país como Ecuador en manos del crimen organizado que se financia con el tráfico de drogas”.

En ese sentido, la UE estaría dispuesta a apoyar a Ecuador “en lo que sea”, según dice el alto representante. “La Unión Europea no es una potencia militar, ni creo que la solución sea intervenciones militares desde el exterior que Ecuador no pide, pero sí que tenemos una expertise importante en materia de seguridad ciudadana. Somos una parte del mundo donde la seguridad ciudadana se ejerce con muchos recursos, con políticas se han demostrado su eficacia”.

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