
La violencia no da tregua en Ecuador. Tras la reciente militarización en Manabí, que vivió tres masacres en menos de una semana, ahora la tragedia golpea a General Villamil Playas, en la provincia del Guayas. Al menos 12 personas fueron asesinadas a tiros la noche del sábado 20 de julio en el interior de un billar.
Las imágenes que circulan en redes sociales son desgarradoras: cuerpos tirados en el suelo, sangre y angustia. Según las primeras versiones de la Policía, los atacantes habrían ingresado buscando a un individuo que logró escapar. Las demás víctimas, entre ellas varios jóvenes, fueron ejecutadas como «daño colateral».
Este hecho marca una nueva etapa en el desplazamiento del crimen organizado, que muta y se traslada según la respuesta estatal. Mientras Manabí permanece bajo fuerte resguardo militar, la violencia se traslada a otras provincias como Guayas.
La masacre en Playas pone en evidencia la incapacidad del Estado para anticiparse al crimen. En lugar de disminuir, las masacres se reproducen, dejando a las comunidades en el miedo permanente y a los jóvenes como víctimas de una guerra que no pidieron.
