Alteraciones en dispositivos, nerviosismo y pornografía encontraron los peritos en caso Juliana Campoverde

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En trece horas de audiencia, el Tribunal de Garantías Penales de Pichincha conformado por la jueza ponente Sara Ipatia Costales Vallejo y los jueces Galo Ramiro Rumiguano Urbano y Daniel Tufiño Garzónu escuchó a 22 personas entre testigos y peritos que participaron en el primer día de audiencia de juzgamiento por el delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte en contra Juliana Campoverde, joven de 18 años que fue vista por última vez el pasado 7 de julio de 2012, en el sector de la Biloxi, sur de Quito.

La audiencia se instaló ayer, 2 de julio de 2019, cerca de las 09:00, en el piso 11 del Complejo Judicial Norte.

La primera en tener la palabra fue la fiscal del caso, Mayra Soria, que dijo en su alegato inicial el 7 de julio de 2012, Juliana Campoverde con engaños abordó el vehículo del pastor evangélico Jonathan C. y sin contar con su voluntad fue trasladada a un motel con el propósito de obtener acceso carnal de la víctima. Más tarde en una discusión, Juliana muere y Jonathan C. se desase del cuerpo en la quebrada Bellavista, nororiente de Quito; además señaló que estos hechos fueron planificados y ejecutados por una persona con autoridad, que era parte del círculo íntimo de Juliana.

La fiscal señaló que se violentó el derecho a la integridad física, sexual y psicológica de la joven, así como el derecho a la libertad y a la vida.

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Para la acusación particular que representa a Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana, el crimen no inició aquel 7 de julio, sino que existía un antes, durante y después de perpetrar el delito. Pamela Chiriboga, abogada de Rodríguez y asesora jurídica de la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh), señaló durante la audiencia se evidenciará la manipulación, control a Juliana, años antes de su desaparición, en base a dogmas religiosos y con la creación de la cuenta falsa del perfil de Facebook de Juan Solano quien mantuvo con ella conversaciones por seis meses antes de desaparecer. Además de mensajes falsos de vida emitidos por Jonathan C. mediante Facebook y mensajes de texto de celular.  En esa misma línea, Ramiro García, abogado de Absalón Campoverde, dijo que el Tribunal debe dar el salto a sancionar delitos contra la vida, incluso sin el cuerpo, como lo han hecho otros países como Alemania, España, Brasil, entre otros.

Por su parte, Ana Ruiz, abogada de Jonathan C., dijo que la carga probatoria está en la Fiscalía y que esta no podrá probar la materialidad de los hechos y mucho menos la responsabilidad de su defendido con pruebas indiciarias.

Tras escuchar los alegatos de inicio, el Tribunal dio pasó a los testigos y peritos anunciados por la Fiscalía para el día uno. Los primeros en dar su testimonio fueron los familiares de Juliana.

Elizabeth Rodríguez, de 44 años, dijo que a los nueve años “cometió el peor error de su vida” al llevar a sus dos hijos: Juliana y Ronny a la Iglesia Oasis de Esperanza dirigida por la familia de los pastores evangélicos.  Juliana iba casi siempre a la Iglesia, los miércoles a repasar canto; los jueves a las clases de liderazgo; los sábados a los repasos y limpieza; y los domingos al coro. La música era su vida. Así iba creciendo Juliana y a los 16 años, Jonathan C. le dijo que no podía tener novios por su edad y que la “palabra de los pastores era como la palabra de Dios”.

La madre de Juliana, señaló que recibió llamadas de la familia de los pastores con posibles pistas de su hija. Patricio C., pastor principal y que se desconoce ahora su paradero, llamó el lunes, 9 de julio de 2012, a Margoth R. tía de Juliana, y le dijo que han orado mucho y que en 20 minutos iban a recibir una noticia. No pasaron los 20 minutos y llegó un mensaje del celular de Juliana que decía: estoy en Cuenca, no tengo Internet, luego me comunicaré con ustedes. En la tarde, Michelle C. hija del pastor y amiga de Juliana, llamó a Elizabeth y le comentó que Juliana había escrito un post en Facebook en el que agradecía la preocupación de la gente, pedía respeto a la decisión que ha tomado y que no se metan en su vida. Luego Patricio C. acudió a la casa de Elizabeth y dijo que una persona había visto a Juliana; fueron al lugar y el joven señaló que solo la vio con un joven rapero en una esquina, pero que no vio cómo estaba vestida. Para Elizabeth estos mensajes no fueron enviados por su hija.

Por su parte, William Parrales, padrasto de Juliana, aseguró que tras no encontrar a Juliana en su local el 7 de julio de 2012, llamó a su celular. La señal se abrió y escucho unos gemidos y luego a un hombre que decía: “deja ese celular, que no es tuyo”. Esa fue la última llamada que ingresó, luego el celular se apagó hasta las 19:50 de ese mismo día, en el cual se envió un mensaje de texto del celular de Juliana diciendo que conoció a alguien y se fue.

ARTÍCULO ORIGINAL DE INREDH – LEA MÁS

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