
En un país lleno de diversidad cultural y rica historia como Ecuador, Luisa González surge como una voz auténtica que encapsula la esencia montuvia y la lucha por la dignidad de todos sus compatriotas.
Candidata presidencial por el movimiento de la Revolución Ciudadana, su vida y mensaje resuenan profundamente en aquellos que, como ella, han crecido en la ruralidad ecuatoriana, enfrentando desafíos y celebrando la identidad de sus antepasados.
Legado familiar que enorgullece
Luisa González se presenta orgullosamente como parte de una familia campesina de la ruralidad manabita, específicamente en la parroquia Canuto, cantón Chone, en la provincia de Manabí.
Este entorno no solo ha moldeado su carácter, sino que también le ha otorgado una visión clara sobre las dificultades que enfrenta su pueblo. «
Yo vengo de una familia campesina, profundamente orgullosa», afirma, resaltando la conexión que siente con las generaciones que cultivaron la tierra antes que ella.
Esta herencia es un faro que guía su compromiso por un Ecuador donde la voz de los montuvios sea escuchada y respetada.
La identidad montuvia y su significado para Ecuador
En un emotivo encuentro con el pueblo montuvio en Guayas, González dio un poderoso mensaje sobre la importancia de la identidad.
«No bajamos la cabeza, la levantamos y decimos con orgullo, yo soy montubio, yo soy montuvia», declaró.
Para ella, ser montuvio no es solo una etiqueta, sino una reivindicación de dignidad.
Esta identidad, a menudo pasiva en el panorama nacional, se convierte en un grito de resistencia y orgullo que busca alterar la narrativa histórica de exclusión.
Lucha por la dignidad
Una de las preocupaciones más profundas de Luisa González es el sufrimiento del sector agropecuario en Ecuador.
Al recordar el dolor de su pueblo ante la falta de precios justos para sus productos, su discurso se torna potente y emocional.
«Sé por eso también cómo sufre mi pueblo, cómo sufre el agro», dice con convicción, reconociendo que muchos campesinos han sido relegados y olvidados en el desarrollo del país.
Su compromiso hacia ellos es claro: abogar por políticas que no solo reconozcan su trabajo, sino que también mejoren su calidad de vida.
Rompiendo barreras y construyendo futuro
González desafía las limitaciones culturales que se han impuesto a las comunidades montuvias e indígenas en Ecuador.
Como ella misma cuenta, cuando alguien dijo que los indígenas debían ir al páramo, sintió que el comentario se extendía a ella y a su comunidad.
“Entonces, ¿qué pasa aquí?”, se preguntó. Esta reflexión la llevó a cuestionar las barreras que han limitado la movilidad social y educativa de muchos jóvenes en su pueblo.
Luisa González aboga por una sociedad que valore la inteligencia, la fortaleza y el arduo trabajo de todos los ecuatorianos, independientemente de su origen.