LONDRES – Las imágenes de antiguas playas paradisíacas sepultadas bajo botellas y de animales marinos nadando entre bolsas de plástico son la prueba más evidente de que la adicción de la humanidad al plástico ha contaminado los ecosistemas marinos.

Pero un problema menos visible del plástico llama cada vez más la atención de los científicos: los microbios que han colonizado los millones de toneladas y billones (millones de millones) de trozos de plástico que hay en el océano. Estos organismos se perfilan como una amenaza real para los animales, incluidos los humanos.

Dick Vethaak, profesor jubilado de ecotoxicología (el estudio de cómo las toxinas afectan a los organismos y ecosistemas) y calidad del agua asegura China Dialogue Ocean que “hemos introducido plásticos, un nicho de sustratos completamente nuevo, utilizado como hogar por distintas comunidades de microorganismos. Me refiero a esto como una bomba de relojería: el terreno para la próxima pandemia”, asegura.

No es el único con estas preocupaciones.

Plásticos en cada rincón del océano

Los plásticos están en todas partes donde el ser humano ha buscado en el medio marino, desde fragmentos microscópicos encerrados en el hielo ártico hasta bolsas en los fondos oceánicos más profundos.

La mayor parte del plástico entra en el océano desde la tierra, y se cree que los ríos son la principal fuente de contaminación. Una vez que entra en el agua, el viento y las olas lo rompen y le dan forma mientras la luz solar lo degrada, transformando los residuos en fragmentos cada vez más pequeños.

Bajo el respaldo de las Naciones Unidas se están elaborando normas jurídicamente vinculantes para acabar con esta contaminación. Hasta la fecha, los avances han sido difíciles y el resultado aún es incierto.

Para agravar el problema, la industria de los combustibles fósiles ha sugerido que podría pasar de la producción de energía a la de plásticos. “La industria fósil ve los plásticos como su plan B: si no pueden utilizar los combustibles fósiles como fuente de energía, entonces los utilizarán para productos plásticos”, afirma Bethanie Carney Almroth, profesora de ecotoxicología y ciencias medioambientales de la Universidad de Gotemburgo, Suecia.

A Carney Almroth, que participa en las negociaciones del tratado de la ONU sobre los plásticos, le preocupa este impulso concertado para aumentar la producción del material: “Tenemos demasiado plástico: el planeta y las personas no podemos tolerar más”. La docente agregó que los microorganismos que prosperan en los plásticos son la última incorporación a la lista de peligros que plantea este material en los océanos.

La ‘plastisfera’

Los mares albergan una enorme variedad de microorganismos. Los científicos que trabajaron en un estudio sobre los arrecifes de coral del Océano Pacífico, que concluyó el año pasado, quedaron tan sorprendidos por el número que encontraron que sugirieron revisar las estimaciones de la diversidad microbiana de la Tierra.

La madera, el metal y cualquier otro material a la deriva en el mar son colonizados rápidamente. Como el plástico se ha vuelto omnipresente en el océano, nuestros residuos desechados se han convertido en un nuevo tipo de hogar para la biodiversidad marina.

En 2013, la microbióloga marina Linda Amaral-Zettler y sus colegas acuñaron el término “plastisfera” para describir las capas de organismos que encontraron en muestras de plástico del giro subtropical del Atlántico Norte, parte de una de las cinco principales corrientes oceánicas circulantes de la Tierra que aglutinan el plástico flotante en parches de basura.

Según su estudio, las comunidades de microbios que viven en los residuos plásticos son distintas a las de las aguas cercanas, “lo que implica que el plástico constituye un nuevo hábitat ecológico en mar abierto”.

Los plásticos perduran, lo que significa que las comunidades microbianas que viven en ellos pueden viajar largas distancias, llevando potencialmente a las especies mucho más allá de su área de distribución geográfica normal. También pueden degradarse en trozos diminutos, que se acumulan en los animales, incluidos los destinados al consumo humano.

Impacto en la salud de la vida marina

En la actualidad, la plastisfera es una de las principales preocupaciones medioambientales a escala mundial.

Un equipo de investigadores ha estado estudiando cómo se desarrollan las capas de microorganismos denominadas biopelículas sobre los plásticos en los océanos Mediterráneo y Atlántico Norte, a través de un proyecto denominado MicroplastiX. Una de las ecólogas marinas del proyecto, Raffaella Casotti, declaró a China Dialogue Ocean que “en el Golfo de Nápoles, una zona densamente urbanizada, crecen variedades de algas, invertebrados y hongos en todos los microplásticos muestreados”.

Con información de Agencia IPS