“La caridad en salud es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”, Eduardo Galeano.
Resignados por la miserable calidad de los servicios de salud de los dos principales efectores públicos, el Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y frente a dos Gobiernos empresariales continuistas (Lasso-Moreno)ineficientes para proveerlos, algunos ecuatorianos se financian con esfuerzo un “seguro privado” pero obligados siguen aportando de su sueldo a la“seguridad social”. Con nuestros impuestos todos veladamente también subsidiamos una “salud pública” rotulada gratuita pero que en realidad no lo es. Siempre desde esos dos malos proveedores (IESS-MSP), hoy todos fuimos empujados deliberadamente hacia la “salud privada” o prestadores externos.
Magistral jugada neoliberal donde el ciudadano común por salud reparte el pago tres veces y en donde solo gana uno: los negociantes en salud. Las corporaciones económicas convencidas de que el sistema que ellos diseñan y administran no es bueno para una atención digna sino ideada solo para enriquecerse, eligen para sí y su familia la atención médica privada en hospitales locales de lujo o en Miami, Boston o Nueva York. Basta ver dónde se atiende el actual presidente.
Con la actual precarización de la clase media, pobres somos casi todos: empleados públicos, profesionales, médicos, profesores, policías, emprendedores, jubilados,amas de casa. Rehenes de un Sistema de Salud inaccesibleque intencionalmente los atiende como un acto de caridad ya que la derecha trastocó la atención de salud, implantando hospitales pobres para pobres. A nadie sorprende entonces, que quienes gerencian la salud como una dádiva, impávidos firman convenios con ONGs para que caritativamente “den operando” malformaciones cardíacas a niños que -como héroes- el ministro de Salud o el Presidente (empresario) del IESS, besan para la foto. O que una madre soltera se endeude y organice un “hornado solidario” para reunir plata y tratar el cáncer o la enfermedad rara de su hijo fuera del país. Eso sí, en el papel nos dejan un plan “decenal” de salud del 2022 al 2031:¡bla, bla, bla!…
En los canales de televisión hegemónicos y monopólicos las presentadoras-afines a estos Gobiernos mercantilistas- publican números de cuentas sin inmutarse peor cuestionarse la barbarie de “un llamado solidario de ayuda” y no del Estado ausente. Los noticieros repiten la misma cantaleta, como una epopeya:“Buque Hospital de la Armada de EE.UU. brinda atención médica a una interminable fila de Esmeraldeños y Manabitas con cirugías represadas y enfermedades crónicas”. Cerrando el círculo de dependencia y servilismo.
Empresarios Lasso y Noboa, la atención en ferias, brigadas, carpas, y pisos de tierra no es salud. Es la forma más degradante del asistencialismo sanitario, deforma la relación médico-paciente y rompe la esencia de “ser humano”. Los pacientes sin dinero, influencias o padrinos son prácticamente expulsados por ustedes de las mal llamadas “casas de salud” en donde de sufrir diarias indignidades: turnos y cirugías a largo plazo, horas de espera en salas atestadas (ahora con migrantes), colas interminables, ventanillas agresivasy por sobre todo una pobre atención médica. Pasan a recibir la beneficencia caritativa del paracetamol “en territorio” para luego terminar empeñándolo todo para pagar a las grandes corporaciones hospitalarias privadas, cuyos dueños son ustedes mismo.
Como los ricos nunca van a las carpascon suelo de tierra, esa desigualdad profundiza las diferencias de acceso y calidad, en perjuicio de los que menos tienen. Lasso y Moreno reforzaron entonces con sus obsecuentes y serviles ministros de Salud y Directorios del IESS la idea de hospitales para pobres –que somos la mayoría- y la salud como una caridad, más no como un derecho. Resultados premeditados: instituciones obesas, amanecidas en la madrugada por un turno, emergencias abarrotadas de enfermos, falta de insumos y medicamentos, derroche calculado que deja ganancias, corrupción. Todo, fruto del reparto de hospitales a mafias empresariales de cuello blanco con negocios millonarios durante los últimos seis años y medio.
Lo peor está por venir: si los ecuatorianos nos equivocamos otra vez y volvemos a votar por un millonario exportador bananero con un devastador plan de privatización de la salud pública, la educación y la seguridad social como lo ha expresado sin ningún pudor la candidata vicepresidencial ultraderechista de Noboa, que dice: “los pilares son: Gobierno limitado, libre mercado y propiedad privada; hay que quitarle al Gobierno de la parte económica, de la parte de educación, de la parte de salud, de la parte de jubilaciones y pensiones” (sic). Promete también despedir médicos, enfermeras y profesores. Medidas elitistas que serán la estocada de muerte al Sistema Nacional de Salud y el acceso equitativo a salud que ya no volverá a ser un derecho, seguirá como una caridad y terminará completamente como una mercancía cara en manos de corporaciones sanitarias oligopólicas a la que solo accederán ellos sus dueños y sus amigos ricos. Para el resto, la caridad la pobreza y la muerte.
Por Pablo Izquierdo Pinos