Opinión.- El que tiene padrino. (Juan Cárdenas) 

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Caray, para todo se necesita suerte. La pobre gente en fila desde la madrugada, cansada, sudorosa, a punto de renunciar al sueño de lograr un “méndigo” préstamo para emprender y poder comer; viene un habladorcito, hecho el bacán, y por sus narices se pasa la fila. Hey, hey, ¡a la cola! No señores, yo no hago cola, no soy cualquier guacharnaco, ¡yo tengo mi padrino!, así que permisito que adentro me esperan. Este episodio idéntico a la vida real, hoy es tendencia en redes y le cae al pelo como una nueva iniciativa del régimen para hacerse propaganda, pues el flamante Secretario de Comunicación, que de entrada no encontró nada para comunicar, pilas como es, se tomó el padrinazgo como política pública. Solo que más bien se parece al tráfico de influencias. ¿No les parece? Cuando hay padrino se bautiza la guagua… 

Y en materia de promoción, anticipándose al período legal de la próxima campaña electoral, invitó a un niño para que le diga públicamente por quien va a votar (como si el guagua pudiera votar). Al principio el menor no entendió la pregunta; pero paternalmente le sopló al oído la respuesta y el chico pronunció el nombre del candidato que desde entonces tiene las de perder (flaco favor que le hicieron). Todo por mejorar la imagen del peor calificado de América Latina y el Caribe y reprobado por el 90% de la población. Eso de hacer proselitismo oficial con tanta anticipación, en otros tiempos era ilegal y se lo aplicaba al gasto electoral, considerando además que no está permitido utilizar la imagen y la voz de los niños para fines políticos. Pero le importa un pito, en tiempos del “qué chuc…” 

Estamos asustados, ante la lacerante realidad que nos paraliza de miedo, secuestrados en nuestros domicilios, a causa de la violencia que se ha tomado el tejido social. Ningún lugar está exento de la inseguridad, sufrimos la ola de una virtual zona roja, marcada por el peligro, con la amenaza, la extorsión, las vacunas, los asaltos y asesinatos con mutilaciones y cercenamientos, tipo carnicería macabra. El Comandante de Policía de Esmeraldas acepta que la tarea se les fue de las manos, que se impone la fuerza armada de las bandas criminales, de traficantes y más tigretones. La entidad del orden público vive su peor ostracismo y descrédito, a causa de sus propias acciones y omisiones, por imponer como norma suprema el espíritu de cuerpo que “por orden superior” genera complicidades y encubrimientos. El femicidio de María Belén Bernal les quema las manos y les inmoviliza. 

“Tu” teniente Germán Cáceres se les fugó de las narices con todo y motocicleta. Las demás autoridades miran para otro lado. Dolor calcado de la inmensa tragedia de los Hermanos Restrepo. ¿Qué van a hacer con las recientes denuncias de violación en predios policiales? ¡Qué pesadilla! 

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Artículo firmado por Juan Cárdenas 

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