Concluyó el conteo de votos; pero el resultado no fue del agrado de la derecha ni de sus curiosos matices. El triunfo inobjetable fue para la Lista UNO, la de Correa, con un discutible 32.60% que con los datos de serias mediciones, llegaba al 40%; pero respetuosa de la voz oficial del CNE, esa inmensa mayoría aceptó el conteo rápido de la autoridad electoral. No así el banquero ni el disfrazado. Ellos siguen pataleando con el argumento de que se sienten perjudicados. Se acusan mutuamente de fraude; para ratificarse, negocian un acuerdo sólo entre ellos, y aunque Ud. no lo crea, con el auspicio del CNE. El Código de la Democracia, el derecho de participación de los demás actores políticos electorales y más aún, el del Binomio Ganador, ¡les vale un carajo!
Respeten la voluntad popular. Es el clamor de la gente. No de los medios “libres e independientes” que insisten en construir el escenario de la infamia, repitiendo la misma cantaleta de una falaz y temeraria vinculación, en 2006 y 2013 con las FARCs, ahora con el ELN. En ambos casos con morbosas narraciones basadas en el supuesto de los discos duros de computadoras mencionadas al antojo de los calumniadores. Están tan desesperados que no han reparado que el tal acuerdo Lasso-Yaku transgrede la ley que dispone que ninguna autoridad pública podrá ejercer función alguna que no esté expresamente autorizada. Si llegaren a burlar esta norma constitucional, no podrán violar el imperio de la ley electoral que rige en forma privativa durante el proceso en marcha, hasta su culminación y nadie puede interferir su ejercicio so pena de ser destituido inmediatamente. Lo acaba de reconocer la Corte Constitucional al negar una folclórica acción planteada por uno de los quejosos.
Más aún: cualquier acción de un eventual delito electoral, será resuelta en sentencia de Juez Penal competente y en autoridad de Cosa Juzgada. No es cuestión de escandalizar con espectaculares movimientos y viajes de siniestros complotados transnacionales para descalificar a la candidatura ganadora. Asoman las orejotas del uribismo con los tristemente célebres “falsos positivos”, que consistió en teñir de sangre el campo colombiano y culpar a los grupos rebeldes, cuando hay la prueba de que fueron ejecutados por los paramilitares. Esta perversa consigna merece el rechazo de la gente y la preocupación de la comunidad internacional que mira con estupor cómo en el Ecuador pretenden burlar la voluntad del soberano como lo hicieron en Bolivia con el auspicio de Luis Almagro que utiliza a la OEA como herramienta de sometimiento al imperio.
Todo les falla, nada les cuadra, nada les sale. Una vez más el odio y la mala fe son sus únicos argumentos. En cambio, al Ecuador profundo nos encuentran construyendo la unidad nacional, en base a nuestro triunfo en Primera Vuelta y en la Legislatura, donde tenemos y de largo, la primera Mayoría.
Juan Cárdenas