“El Canciller de la VERGÜENZA”. Por Fernando Yépez

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Ha renunciado José Valencia.  El Canciller abandona un barco que se hunde en un mar de corrupción, desprestigio y rechazo popular.

            Valencia será recordado como el servil gestor de una política exterior entreguista, tutelada, ajena a nuestra tradición jurídica, contraria a nuestros intereses nacionales y divorciada de nuestro compromiso con la integración y las causas del mundo en desarrollo.  La soberanía y la dignidad no han sido el sustento de la acción internacional del Ecuador en estos años.

            La ignominiosa entrega de Julián Assange; la salida de UNASUR; el reconocimiento de Guaidó; la defensa ante la OEA de la represión y la negación de los heridos y muertos en el paro de octubre; el abandono de los ecuatorianos en el exterior y la nula gestión en defensa de sus derechos; la renovada cooperación en seguridad con los Estados Unidos de América, incluyendo el uso del aeropuerto en Galápagos; el apoyo para la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la OEA; el silencio cómplice ante el golpe de estado en Bolivia; el apoyo a la candidatura de los Estados Unidos a la Presidencia del BID, contraria a los compromisos e intereses regionales; la engañosa y errática gestión ante la Unión Europea para la eliminación del visado, y la ausencia de iniciativas soberanas en los foros internacionales son los hechos que marcan la vergonzosa gestión de Valencia en la Cancillería.

            A ello hay que agregar el falaz discurso sobre el respeto a la institucionalidad y la carrera diplomática, que ha quedado en evidencia con las denuncias públicas sobre los ilegales y costosos abusos en nombramientos de parientes y amigos en cargos en el Servicio Exterior.  Cierre irreflexivo de Embajadas y Consulados por aparentes razones de austeridad, en detrimento de la debida atención y protección a los hermanos migrantes y de la diversificación de nuestras relaciones internacionales, mientras se desperdician ingentes recursos en nombramientos, traslados y viajes innecesarios son muestras del incoherente manejo de la Cancillería. Maltrato institucional y ninguna consideración al personal de carrera han sido una constante en esta triste gestión. La tan anunciada apertura de la Academia Diplomática no ha logrado concretarse y aumentan las denuncias públicas de numerosos participantes sobre el altísimo costo de organización del concurso y otras irregularidades.

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            Nunca un Canciller del Ecuador tuvo menor presencia y gravitación en la gestión gubernamental. Sobre política exterior, e inclusive sobre temas institucionales, otros altos funcionarios actuaron muy repetidamente como voceros del régimen y asumieron las decisiones del caso.  El Canciller parecía cumplir el penoso papel de un simple ejecutor de instrucciones adoptadas por otros funcionarios.

            Por todo lo anterior Valencia será recordado como el Canciller de la vergüenza.  ¡Muy triste para un diplomático de carrera!

Artículo escrito por el Embajador Fernando Yépez Lasso

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