No es culpa del actual Ministro, es cierto. Valiente, acaba de asumir en el momento más crítico del pico del Coronavirus. Pero –como somos primeros en todo- junto con Haití o Etiopía vivimos otra epidemia paralela, la de la desidia. Aquella por ejemplo, de que nuestro sistema de salud no cuente con cuestiones tan elementales: una Sala Situacional, con un Tablero de Control, fundamentado en Modelos Analítica de Datos y Big Data que receptan, procesan, calculan y generan información en tiempo real. Allí un verdadero comité de expertos epidemiólogos, salubristas, virólogos, infectólogos, intensivistas y matemáticos –no adolescentes sanitarios- toman decisiones prácticas frente a evidencias inobjetables.
Estas herramientas, instaladas en Argentina, Chile, México, Uruguay el siglo pasado, son vitales para combatir pandemias como la del coronavirus. Hacen dos aproximaciones predictivas, una en la estadística y la otra en lo biológico. Ambos modelos son muy simples desde el punto de vista matemático, pero requieren datos y parámetros que alimentan esas ecuaciones para, primero calibrarlas y luego mirar el crecimiento con una gran asertividad.
Que tenemos acá en nuestro país. Papeles y cuadritos. Y el desafío de manejar la incertidumbre con herramientas arcaicas, obsoletas: llenar matrices en forma manual. No se le ocurra quitar o agregar una columna al Excel. La Dirección Nacional de Hospitales, la Dirección Nacional de Inteligencia en Salud (un oxímoron) y otra rimbombante de Planificación Estratégica en Salud, que se supone deben tener la información sanitaria actualizada de este país pequeñito. No lo tienen. Y claro, entendible, piden llenar el Excel a las 7:30 a.m., a las 2:30 p.m. y a las 7:30 pm: ¿Cuántas camas tiene?, ¿Cuántas en UCI?, ¿Cuántos pacientes Covid positivos?, ¿Tiene respiradores?, ¿Tiene TAC?, ¿Cuántas dijo?…
Matrices tarde y noche, en pleno siglo XXI. El siglo pasado, presente. Qué se hace con la información, vaya usted a saber. Oh si, arrumado en papeles. Es hasta justificable que nadie lo interprete. Ah, pero nos ufanamos porque tenemos una aplicación elemental -la misma que usamos para ubicar a nuestros hijos- bajada del Play Store, que cuando el virus ya es comunitario, ubica el celular de los sospechosos y confirmados de Covid-19 que violaron la cuarentena. Proclamamos sin sonrojarnos que el MIT, Monterrey, Harvard y la Politécnica nos ruegan para que les expliquemos, cómo hicimos semejante descubrimiento.
Lo que no saben los ecuatorianos -en su confinamiento- es que con relativamente poca inversión y juntando el sobreprecio de las mascarillas de 12 dólares y esos onerosos contratos de publicidad, tendríamos un Tablero de Comando Sanitario que recepta y genera información virtual en directo desde los hospitales del MSP y el IESS. Que acopiados en un sistema informático realiza un cálculo masivo de datos mediante métodos matemáticos y modelos epidemiológicos que facilitan la gestión institucional, la negociación política, la identificación de necesidades sanitarias reales, la movilización transparente y justa de recursos y la evaluación de las intervenciones en salud. Ese rato y sin preguntar.
El hospital de especialidades Eugenio Espejo, es un modelo a seguir en esta crisis sanitaria. El compromiso, la visión vanguardista de sus mejores inteligencias y el apoyo del Ministro Juan Carlos Zeballos han permitido la instalación de dos herramientas informáticas imprescindibles para enfrentar la contingencia del Covid-19. La una, es la creación de una página virtual accesible desde la web que permite visualizar en directo las UCIs hospitalarias del país: casos positivos de contagio, camas libres, personal sanitario, stock de insumos y medicinas, etc. La otra, es una plataforma online de telemedicina desde el corazón mismo de la UCI. Esto permite el control en la evolución, signos vitales, prescripción y manejo del intensivista hospitalario y la consultoría de especialistas de apoyo.
Esa asistencia virtual es prioritaria en sistemas sanitarios sensibles como el nuestro, en donde la falta de especialistas es tan grave como la misma pandemia. Hay que cuidar los recursos humanos y los económicos. No todo está perdido. (O) [email protected]
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