El Papa culmina su cuarto viaje a África, donde clamó contra la corrupción y por un desarrollo justo y sostenible

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El Papa ha concluido su viaje por Mozambique, Madagascar y Mauricio donde ha denunciado la corrupción así como el saqueo a las riquezas del continente negro al tiempo que ha exclamado que la pobreza no es algo «inevitable» y ha abogado por un desarrollo justo y sostenible

Por cuestiones logísticas, Francisco ha hecho una parada técnica en Madagascar tras pasar apenas ocho horas en Mauricio, y ha partido este martes hacia Roma, donde está previsto que su avión aterrice a las 19.00. Durante su visita de siete días, en los que ha recorrido tres países del África subsahariana y en los que ha pronunciado 15 discursos.

Nada más llegar a Mozambique, el Pontífice elogió la labor de su pueblo como motor para la reconstrucción de la paz social en el país después de una guerra civil que duró 15 años, entre 1977 y 1992, y que dejó más de un millón de muertos al señalar que ni «el odio» ni «la violencia» han tenido «la última palabra».

«Vosotros conocéis el sufrimiento, el luto y el desconsuelo, pero no habéis dejado que el criterio regulador de las relaciones humanas fuera la venganza o la represión, ni que el odio y la violencia tuvieran la última palabra», destacó.

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Ante cientos de jóvenes, la primera generación que no ha conocido de pleno la guerra civil que asoló el país africano, el Papa les ha invitó a no tener miedo a equivocarse porque «el peor error sería abandonar los sueños y las ganas de un país mejor por la ansiedad».

En Madagascar, segunda etapa de su viaje, donde el 70% vive con menos de 2 dólares diarios, el Pontífice denunció que «la pobreza no es inevitable».

Francisco resaltó que «el sueño de Dios no es sólo el progreso personal, sino principalmente el comunitario, que no hay peor esclavitud que la de vivir cada uno solo para sí».

A los jóvenes de Akamasoa, un barrio construido gracias al tesón del misionero argentino Pedro Opeka, que rescató de los basureros a miles de menores hace tres décadas, les instó «a no bajar nunca los brazos ante los efectos nefastos de la pobreza» y a no sucumbir «a las tentaciones del camino fácil o del encerrarse en uno mismo».

El Papa también abogó «por la necesidad de establecer todas las mediaciones estructurales que garanticen una mejor distribución de los ingresos y una promoción integral de todos los habitantes, especialmente de los más pobres». Ante las autoridades del país, incidió en que el desarrollo integral de un país tiene que ir unido a la protección del medio ambiente porque «no hay crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental».

El Papa denunció así que «las últimas selvas están amenazadas por los incendios forestales, la caza furtiva, la tala desenfrenada de árboles de maderas preciosas».

En Mauricio, donde concluyó el viaje, el pontífice retomó el discurso en favor de una ecología humana integral. Así instó «a una conversión ecológica integral» para «no sólo evitar terribles fenómenos climáticos o grandes desastres naturales, sino que también busca promover un cambio en los estilos de vida para que el crecimiento económico realmente pueda beneficiar a todos».

En la misa en Mauricio, un país de mayoría hinduista, el Papa condenó que los jóvenes estén obligados a emigrar ante el «futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI».

«Qué duro es constatar que, a pesar del crecimiento económico que tuvo vuestro país en las últimas décadas, son los jóvenes los que más sufren, ellos son quienes más padecen la desocupación que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común», dijo.

El profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pablo Blanco Sarto, tanto en Mozambique como en Madagascar, ha destacado que Francisco mantuvo encuentros multitudinarios con los jóvenes.

«Les habló de paz, estudio, protección de la naturaleza y altas dosis de esperanza. Los miles de jóvenes de distintas religiones pidiendo la paz en un polideportivo resultó un espectáculo estremecedor. En ambos países se reunió también con los misioneros, cuya labor también social y educativa ha aportado su grano de arena a estas tierras africanas. El mensaje de Francisco de ayudar a los pobres apareció tanto en los discursos como en los gestos», ha señalado este experto.

Asimismo, destaca que el hecho de que el Papa Francisco terminara su visita a estos tres países en Mauricio algo que «resulta particularmente apropiado, como punto final pues muchos de ellos fueron víctimas del comercio de esclavos de Mozambique y Madagascar». A su juicio, esta última visita tenía el objetivo de «animar a la minoría cristiana -la mayoría de la población es hindú- y elogiar la convivencia multiétnica y multirreligiosa de un país donde todos los grupos sociales le esperan con gran ilusión».

En definitiva, para el experto teólogo, el viaje del Papa a África demuestra su predilección por «las periferias». «Este segundo viaje del papa a África recordaba en ciertos aspectos al realizado en noviembre de 2015 a Kenia, Uganda y a una República Centroafricana desgarrada por la guerrilla y una situación caótica. Fue allí a llevar la paz de Cristo, que es inseparable de la justicia y la reconciliación. Solo por eso merece el título de Francisco el Africano», concluye Blanco Sarto.

Confirmado.net / EUROPA PRESS

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