Respeto a soberanía y rechazo a intervención militar, llaves para solucionar pacíficamente la crisis venezolana

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Los países del Grupo de Lima y la Unión Europea (UE) rechazaron el lunes los planes sobre una eventual intervención militar en Venezuela, después de que el líder de la oposición y autoproclamado «presidente encargado» de Venezuela, Juan Guaidó, pidiera a la comunidad internacional mantener «todas las opciones abiertas».

En la reunión del Grupo de Lima, creado por países latinoamericanos y Canadá en agosto de 2017 para hallar una solución a la difícil situación en Venezuela, el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, reiteró que «todas las opciones están sobre la mesa».

Sin embargo, el Grupo de Lima publicó al cese de la reunión celebrada en Bogotá, Colombia, una declaración final descartando el «uso de la fuerza» en Venezuela.

Por su parte, la portavoz de la Comisión Europea, Maja Kocijancic, dijo en una rueda de prensa que la posición de la Unión Europea «es muy clara: hay que evitar la intervención militar».

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Según los estándares de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el uso de la fuerza contra un país soberano es una línea roja que no se puede traspasar, bajo ninguna circunstancia, sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Además, la soberanía de un país también le da el derecho a rechazar las ayudas humanitarias, si el gobierno considera que las mismas tienen un sesgo político y son insuficientes, comparadas con las consecuencias de unas sanciones que realmente sofocan al país en cuestión.

Precisamente, este lunes, el Gobierno venezolano hizo un llamado a la comunidad internacional a defender el multilateralismo y llamó a los países del mundo a «cerrar filas en la defensa de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, pues su violación pone en peligro la paz y seguridad internacional».

La supuesta «ayuda humanitaria» que Washington quiso hacer llegar a Venezuela el pasado sábado a través de sus fronteras con Colombia y Brasil, principalmente, carece de uno de los principios fundamentales del humanitarismo: la independencia política.

Por eso el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia fue uno de los primeros en alertar que el carácter humanitario de la ayuda estaba en entredicho.

El jefe del CICR en Colombia, Christoph Harnisch, recordó que «estamos en una situación en la que desafortunadamente la primera víctima de lo que está pasando es la palabra ‘humanitaria’, porque hay un debate, hay una controversia pública, hay una manipulación de todas partes de este término».

Las declaraciones del vicecanciller de Uruguay, Ariel Bergamino, sustentan este principio. El funcionario dijo que «para no politizar ni generar situaciones como las del sábado, (la ayuda humanitaria) debe ingresar según los protocolos de la ONU».

En las actuales circunstancias es oportuno recordar que en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en La Habana en enero de 2014, se aprobó de manera unánime la declaración de esta parte del hemisferio como zona de paz.

Es un compromiso solemne que la región hizo ante todo el mundo, con lo cual ni la ayuda humanitaria politizada ni la amenaza de una intervención militar podrían socavar el consenso regional de rehusar a la interferencia extranjera y la siembra de semillas de odio.

Lo que debería prevalecer, por encima de las diferencias entre los países y sus enfoques económicos, es la tolerancia y la convivencia, que son las llaves para la solución pacífica de la actual crisis venezolana.

Confirmado.net / Agencia XINHUA

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