El psíquico y la hechicera (O) Juan Cárdenas

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Buscaron y rebuscaron alguna prueba que les permita sostener el caso Balda. Tanto esfuerzo para encontrar algún indicio. Que la cooperación eficaz a cambio de perdón y olvido, que testimonios anticipados por las dudas, que cuantiosos gastos en viaje a España para persuadir al abogado de Romero que no sea tonto, que le incrimine nomás a Correa y le paran una lluvia de juicios para quedar en máximo tres meses de prisión y con buena conducta sería de horas. De lo contrario le harían podrir en la cárcel. El rato de la hora, como dice nuestro hermano montubio, toda la prueba se esfumó entre insuperables contradicciones de testigos de memoria selectiva. Peor aún, vinieron observadores internacionales que de entrada percibieron un fuerte olor a LAWFARE que contamina a la causa con la persecución política nacida del odio visceral al Líder de la Década Ganada.

Cuando se les derrumba el caso, no les queda otra cosa que buscar alguna explicación que supla la falta probatoria; y no se les ocurrió otra genialidad que acusar a Rafael Correa de haber ejercido en el inexistente secuestro al sujeto Balda, “influencia psíquica”, así tal como leen: INFLUENCIA PSÍQUICA. El Tony Camo ante este descubrimiento fiscal queda como niño de pecho. El Mashi Rafael desde su escritorio dominó la mente de agentes y funcionarios y les mandó a secuestrar sin chistar. Con este supuesto dominio psicológico los acusadores pretenden explicar que no es necesario probar la participación en el hecho del Presidente Correa, basta con alegar que les tenía embrujados a los implicados, atropellando groseramente el principio de que en materia penal la responsabilidad es personalísima.

Ante tamaña orfandad probatoria se buscaron otra distracción para desviar la atención del respetable hacia un hecho que causaría hilaridad, si no fuera tan grotesca la acusación a la Asambleísta Sofía Espín de que ingresó a una cárcel sin que nadie le haya visto ni se haya dado cuenta, a visitar a una persona privada de la libertad, PPL. Que un ministro lo afirme es el colmo de la negligencia. Entonces ¿para qué está él pues?, ¿qué hacen los guardias, que frente a sus narices se pasa la gente sin ser registrada? Todo esto no es más que una farsa, pues todos sin excepción se identifican en la puerta de ingreso con su cédula de ciudadanía, se tiene que contar con la aceptación de la persona interna que va a ser visitada, además hay el registro de la cámara y no me vengan con que estaba dañada. Así mismo, quítate Hechicera, mítico personaje que aparecía y desaparecía en cualquier lugar a su antojo, que de acuerdo a la versión oficial, quedó en ridículo ante las mágicas propiedades que le asignan a la joven Legisladora.

El mundo comienza a conocer esta persecución saturada de odio usando la justicia, por versión de penalistas y académicos que presenciaron en la audiencia de formulación de cargos contra Correa, la forma sesgada de someterlo a un juzgamiento que le niega sus garantías constitucionales y derechos humanos. Avergüenza al país el desafío a Correa de que “venga a probar su inocencia”. La inocencia no se prueba, se la presume.(O) – Juan Cárdenas

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