Lealtad y coherencia (O) Fernando Cordero Cueva

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La lealtad y la coherencia son atributos de gente que fundamenta su vida y acciones en principios y valores trascendentes. Se es leal a una causa, a una idea, a una razón, a unos principios. La coherencia es aquella actitud lógica y consecuente con esos principios.

Muchas veces se asocia la fidelidad con la lealtad, pero es posible ser leal y no fiel, ya que se puede creer en una causa, en unas ideas, pero no en la persona o personas que las exponen o las lideran. Ser leal y ser fiel siendo condiciones recíprocas siempre serán deseables. La lealtad es: raíz, origen, esencia. La fidelidad, llega naturalmente cuando hay coherencia entre la gente leal y se distorsiona cuando es mal entendida: caciquismo, oportunismo, arribismo y otras desviaciones.
Como ya lo dijimos hace 11 meses (“Oportunos y Oportunistas”, El Tiempo, Abril 12 de 2017,)

“Es OPORTUNO separar la paja del trigo y volver a nuestras raíces…la construcción colectiva de ese nuevo país la haremos con hombres y mujeres íntegros y comprometidos. ¡Entre todos… sin cepillos ni oportunistas!”

El reto hoy es más exigente. Ser leales y coherentes con la constitución que nos convirtió en un Estado constitucional de derechos y justicia y estableció 72 artículos que defienden nuestros derechos como sociedad y como ciudadanos (artículos 10 al 82). Ser leales al Plan de Gobierno que ganó las elecciones el año pasado, por voluntad mayoritaria del pueblo ecuatoriano. Ser leales con nuestros principios y declaraciones y desterrar toda forma de corrupción, para poner de moda la honradez –que es el estado natural de la inmensa mayoría de compatriotas-.

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Siempre será leal y coherente oponerse a toda forma de violación o desconocimiento constitucional por conveniencias de cualquier naturaleza política o administrativa.
Ser leales en el siglo XXI implica defender los derechos de todos los ecuatorianos a la ciudad y un Hábitat seguro y saludable; a una vivienda digna; al uso social y ambiental de la propiedad de la tierra. Gobernarnos en forma descentralizada para compensar los desequilibrios territoriales y revelarse contra toda forma de improvisación y demagogia, especialmente cuando hay evidencias de ignorancia o desconocimiento en lo que se quiere modificar o eliminar y peor aún cuando para hacerlo se habla en nombre del pueblo ecuatoriano, sin darle derecho a opinar y participar.

Hay que oír y aprender la letra del tango Cambalache (1935) para que no se repita la vieja historia. “…Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador…¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao…” (O)

Confirmado.net / El Tiempo

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